El pueblo de Peñafiel
El pueblo de Peñafiel. Hoy en día quizás Peñafiel sea más famosa por las bodegas del vino Protos que por su rica historia. Pero Peñafiel y su castillo tiene mucho más que contarnos, el pueblo se extiende como espectador del Río Duero contemplando como el Duratón le entrega sus aguas. Esta fortaleza aparece documentada desde el siglo XI bajo el nombre de Penna Fidele, se cree que fue fundada por Sancho García aunque su apogeo se debió al Infante don Juan Manuel que la reedificó fortificándola con doble muralla y varias torres en la primera mitad del siglo XIV.
Algunos historiadores identifican Peñafiel con la intercantina romana, cuyos orígenes se pierden en la cultura celtibérica. Lo cierto es que Ruíz Laínez la repobló en el año 947, pero poco después, en el año 995, vuelve a caer en manos de Almanzor, siendo Sancho García quien procede a su reconquista. Con Alvar Fáñez de Minaya como señor del pueblo, se reúnen aquí el Cid y Fernando I para tratar las expediciones a Portugal.
El pueblo de Peñafiel, el pueblo donde se retiró el infante Don Juan Manuel a escribir el Conde Lucanor
Peñafiel será arrasada sin miramientos durante las guerras entre Doña Urraca y Alfonso I de Aragón, teniendo que intervenir el propio papá en el conflicto. Alfonso X el Sabio concede en el año 1268 una feria anual, que hace que el pueblo prospere económicamente. A principios del siglo XIV hereda el señorío el Infante don Juan Manuel, quien sin duda alguna hará de Peñafiel un pueblo rico y próspero. Felipe III la erige marquesado en el siglo XVII en la persona del marqués de Osuna, y ya en el siglo XVIII sufrirá el asedio de las tropas de Napoleón en la guerra de la independencia.
Pero si a algún personaje histórico le debe algo el pueblo de Peñafiel es al infante don Juan Manuel, quien lo elige para su retiro. Don Juan Manuel era un gran luchador y un trabajador incansable, pero sus aficiones predilectas fueron siempre la lectura y la escritura, a él le debemos el famoso libro de Patronio o el Conde Lucanor, escrito en 1335, una maravillosa obra de la literatura medieval. El infante nos legó importantes obras como el libro de los estados o el libro del caballero y del Escudero.
Peñafiel tiene también un hermoso patrimonio arquitectónico, no en vano llegó a poseer 18 iglesias y ermitas. El Infante legó en custodia su conde Lucanor al convento dominico de San Pablo, fundado por él mismo en el año 1324 con deseo de descansar para siempre en su iglesia. También es interesante el convento de Santa Clara, con su hermosa iglesia barroca y el templo de Santa María con su torre.
El pueblo y el caserío conservan su primitiva forma de casas apiñadas y dispuestas en forma concéntrica, Peñafiel tuvo una importante colonia judía, quizás la más importante de toda Castilla, y aún perviven en su casco urbano el típico barrio de lo que fuera su judería con sus típicas calles angostas.
En la plaza del Coso, una típica plaza al estilo castellano, tuvieron lugar torneos y justas, acosos de reses y volatines, y hoy con motivo de las fiestas de San Roque y la Virgen, del 15 al 17 de agosto, la plaza se presta a capeas y exhibiciones de bailes regionales.
Hoy Peñafiel, en la cabeza del Duratón, es la capital de las tierras del vino y se ha dado a conocer en el mundo entero gracias a sus tintos, que pertenecen a la denominación de origen de la ribera del Duero.
Son pintorescas sus bodegas excavadas en las lomas de las laderas, de hecho la bodega Protos conserva un entramado de galerías subterráneas que comunican con el castillo de Peñafiel.
Y sin lugar a dudas, y como en toda esta zona, son famosos los hornos de asar donde se puede degustar el tierno cordero lechal.
Fuente fotos: tomatoast.com
®redactado por equipo editorial de arquitectura.vilssa
El pueblo de Peñafiel
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